La noche en que viví la Reforma

Redacción: Bruno Ferraras (Voluntario NM)

La noche inicio para mí a las 7 y media de la tarde, cuando un contingente de personas de diferentes nacionalidades me preguntó sobre las muestras del museo y que actividades podían hacer esa noche. Fueron los primeros en entrar al museo, con una puntualidad impecable. En 30 minutos, me vi hablando con personas de Alemania, Brasil, Australia y Francia, con un inglés un poco desgastado por el pasar del tiempo y la poca práctica.

Para Carina, mi compañera en el voluntariado, son las 10 de la noche y se encuentra cuidando las salas de un museo y este año, como todos los anteriores, la universidad propone una temática a tratar. En este caso era:

“Camino al centenario de la Reforma Universitaria de 1918. Memorias que nos inspiran”

Lo que le disparó una preguntaba, ¿cómo se puede plasmar en los museos esa temática? Ya sé, dijo. Uno pensaría que, con performance sobre la falta de mujeres en la reforma, música de los inmigrantes, escritos sobre los peldaños de la escalera los nombres de los actores de la reforma del 18. Pero a medida que pasaba la noche y los espectáculos iban convocando a la gente, una marea humana de niños, jóvenes, adultos y ancianos, se agolpaban en las salas del museo, como si fueran a ver un espectáculo de futbol. Desesperados por mirar, tocar, por apropiarse de algo que les pertenece, pero que muchos no lo saben, entonces me di cuenta de que “La noche de los museos”, es la noche en donde los logros de aquellos reformistas del 18 cobro un mayor manifiesto, dando acceso a la cultura a todos sin tener distinción de raza, religión o condición social. 

Después de conocer la propuesta que el Museo hacia al público, la gente se agrupaba preguntando y con muestras de expectativa al respecto. Muchos padres con su hijos o sobrinos se aparecían indagando por el circo o la banda que iba a estar en el museo, y mientras esperaban, subían al primer piso a jugar a los juegos o pintar las ventanas y el piso del segundo piso. Al ratito, pasadas las 22 horas, las luces comenzaban a apagarse y la emoción empezaba. Con la intervención artística de los chicos de Chasca Circo, todo empezó a cobrar otro sentido. La gente prestaba atención a las peligrosas acrobacias, y a los discursos que acompañaban el espectáculo de fondo. Si bien los mas chicos esperaban otro tipo de espectáculo, quedo mas que claro porque los chicos de Chasca Circo fueron invitados a realizar una performance al museo. Una muestra clara de profesionalismo y conciencia social.

La Bon Voyage era la encargada de cerrar las actividades y la gente esperaba ansiosa escuchar todo lo que la banda tenía para mostrar. Un poco pasadas las 22:30, los primeros acordes empezaron a sonar. La banda arranco con una lista de temas que repasa los confines del mundo musical. Fiel a su estilo, cada presentación cobro un color diferente. Comenzó con una propuesta más bien europea, con música francesa, italiana y hasta balcánica. Mumi, su vocalista y frontman destacó al hacer participar al público con cada uno de los ritmos que prepararon. Para varias personas, fue la primera vez en escuchar música balcánica o italiana en vivo, y los chicos de La Bon Voyage se encargaron de que esa experiencia fuera única. Para finalizar la noche a pura fiesta, eligieron una selección de ritmos mas latinos, en donde la cumbia y el baile fueron los mas claros protagonistas. El publico formó parte de esa fiesta ocupando el salón principal bailando y cantando, acompañado por parte del staff del museo que no dudo ni un segundo en sumarse.

A todos nos interesa conocer nuestro patrimonio cultural, nuestras historias e identidades. Solamente nos hace falta un poquito de incentivo, y es aquí en donde el Museo brilló con lo propuesto. La gente se preguntó, bailó, disfrutó y hasta participó de un concurso por un cuaderno antropológico diseñado por las adscriptas del museo. El museo prometió, y cumplió. La espera valió la pena.